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Creemos en el sacerdocio universal de cada creyente; esto es, todos somos llamados a testificar las buenas nuevas de salvación. Además sólo Cristo tiene la autoridad de perdonar nuestros pecados y nos permite ir ante la presencia de Dios sin intermediarios (1 Timoteo 2:4-5). Este sacerdocio nos inspira a mantenernos limpios y responsables por los hermanos creyentes y no creyentes. Creemos en la santificación donde el creyente recibe la presencia del Espíritu Santo al creer en Jesús como Salvador. El Espíritu Santo lo llenará, lo transformará, cambiará su carácter y le dará dones para que sea útil en la Iglesia.

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